El liberalismo progresista surge de una profunda fractura en la propia tradición liberal ante los dos grandes fenómenos que definieron el siglo XIX: el desarrollo del capitalismo industrial y el eco de las revoluciones políticas. Estas transformaciones fueron vistas desde dos ángulos opuestos. Por un lado, una corriente liberal, temerosa de que las masas pudieran imponer una nueva tiranía, se aferró a la idea de un Estado mínimo como única garantía de la libertad.
Por otro lado, una nueva generación de pensadores, horrorizada por la pobreza y la desigualdad que generaba la industrialización, se planteó una pregunta: ¿qué valor tiene la libertad si la miseria impide a la mayoría de las personas ejercerla? De esta segunda visión nació el liberalismo progresista.
Esta corriente de pensamiento no reniega de los valores liberales, al seguir priorizando al individuo como eje central, sino que los actualiza. Sostiene que para que el individuo pueda alcanzar su pleno desarrollo, no basta con que el Estado no interfiera; es necesario que el Estado actúe para garantizar una mínima protección social y corregir las injusticias más flagrantes del mercado. Es la búsqueda de una libertad real y efectiva para todos, no solo para unos pocos.
Este artículo explora qué es el liberalismo progresista, su contexto histórico, sus autores clave y desentrañando una ideología que ha modelado el Estado de Bienestar y que sigue en el centro del debate sobre cómo equilibrar libertad, igualdad y desarrollo.
Tabla de Contenidos
¿Qué es el Liberalismo Progresista?
El liberalismo progresista es una corriente ideológica que, sin abandonar los principios fundamentales del liberalismo (la centralidad del individuo, la razón, los derechos), considera que el Estado tiene un papel legítimo y necesario en la promoción de la justicia social y la igualdad de oportunidades. Representa un giro desde la concepción puramente «negativa» de la libertad (libertad de interferencia) hacia una concepción «positiva» (libertad para realizarse y alcanzar el propio desarrollo).
Es importante señalar los matices del término «progresista» es un concepto relacional y a menudo polémico (Antón & Torrens, 2016). Se define siempre en oposición a algo considerado «regresivo» o «conservador», y lo que se considera progresista en una época puede convertirse en el statu quo de la siguiente. Su significado varía enormemente según el contexto, lo que dificulta un análisis comparado simple. En el marco del liberalismo, «progresista» se refiere a esa rama que abogó por la intervención del Estado para resolver la «cuestión social» que el liberalismo clásico había ignorado.
Las ideas principales que definen al liberalismo progresista son:
- Libertad Positiva: La verdadera libertad no es solo la ausencia de barreras, sino la posesión de los medios y capacidades para actuar. Para que un individuo sea verdaderamente libre, necesita acceso a la educación, la sanidad y una seguridad económica mínima. La pobreza y la ignorancia son tan opresivas como un tirano.
- Igualdad de Oportunidades: El liberalismo progresista no busca la igualdad de resultados, pero sí combate la desigualdad de partida. Sostiene que el Estado debe intervenir para asegurar que el origen social, la raza o el género no determinen el destino de una persona, garantizando que todos tengan una oportunidad justa de desarrollar sus talentos.
- Intervención Estatal en la Economía: Se abandona el dogma del laissez-faire. El Estado debe regular el mercado para prevenir los monopolios, proteger los derechos de los trabajadores, proveer bienes públicos (como infraestructuras o educación) y gestionar la economía para evitar crisis y asegurar el pleno empleo.
- Derechos Sociales y Protección: Junto a los derechos civiles y políticos, el liberalismo progresista defiende la existencia de derechos sociales (derecho a la salud, a la educación, a una pensión). La garantía de estos derechos no es una caridad, sino una condición necesaria para la dignidad y el pleno desarrollo del individuo.
Contexto Histórico del Liberalismo Progresista
El liberalismo progresista nació a finales del siglo XIX y principios del XX como una respuesta directa a las devastadoras consecuencias sociales de la Revolución Industrial. El liberalismo clásico había creado un marco de libertades formales, pero el capitalismo industrial sin regular había generado una nueva clase obrera urbana que vivía en condiciones de miseria, con jornadas laborales extenuantes, trabajo infantil y una total falta de protección social.
Esta situación, conocida como la «cuestión social», puso al liberalismo en una encrucijada. Por un lado, la creciente desigualdad amenazaba con generar un conflicto político violento. Por otro, el ascenso del socialismo marxista, que abogaba por la abolición de la propiedad privada y la revolución proletaria, ofrecía una alternativa radical que ganaba adeptos entre los descontentos. Ante este doble desafío, una nueva generación de pensadores liberales comprendió que la no intervención del Estado ya no era una opción. Para salvar los valores liberales de libertad y desarrollo individual, era necesario adaptarlos a las nuevas realidades de la sociedad de masas, aceptando que el Estado debía asumir un nuevo papel como garante del bienestar y la cohesión social.
Principales Pensadores del Liberalismo Progresista
Varios pensadores fueron clave en la articulación teórica de esta transición, sentando las bases del Estado de Bienestar moderno.
Thomas Paine (1737-1809)
Paine fue una de las voces más radicales de la era de las revoluciones, participando activamente en la independencia de Estados Unidos y en la Revolución Francesa. Aunque cronológicamente se sitúa en los inicios del liberalismo, su pensamiento contiene las semillas del liberalismo progresista por su defensa de una democracia radical y su incipiente preocupación por la protección social.
Ideas Clave:
- Defensa de la Democracia Universal: A diferencia de muchos liberales de su época, defendió el sufragio universal y la soberanía popular sin ambages.
- Precursor de la Renta Básica: En su obra Justicia Agraria, propuso un sistema pionero: que el Estado entregara a cada persona una suma de dinero al llegar a la edad adulta y una pensión en la vejez, financiadas con un impuesto sobre la propiedad de la tierra. Argumentaba que la tierra era una herencia común y que quienes la poseían debían compensar al resto de la comunidad.
John Stuart Mill (1806-1873)
Mill es la figura que mejor representa la transición del liberalismo clásico al progresista. Educado en el más estricto utilitarismo, en su madurez se abrió a las críticas socialistas y se convirtió en un reformador social, convencido de que el desarrollo intelectual y moral del individuo era el fin último de una sociedad libre.
Ideas Clave:
- Desarrollo Individual como Fin: La libertad no es solo un derecho, sino el medio para el autodesarrollo y el florecimiento de las capacidades humanas.
- Intervención para la Igualdad de Oportunidades: Reconoció que la desigualdad económica extrema impedía este desarrollo. Por ello, defendió la educación pública universal, la igualdad de derechos para las mujeres y la limitación del derecho de herencia para evitar la perpetuación de la riqueza.
- Experimentación Social: Se mostró favorable a que los trabajadores formaran cooperativas de producción, viendo en ellas una forma de superar la alienación del trabajo asalariado.
John Dewey (1859-1952)
Dewey fue el gran filósofo del progresismo norteamericano. Desde su pragmatismo, criticó la concepción abstracta del individuo del liberalismo clásico. Para él, el individuo se forma y se desarrolla siempre dentro de una comunidad, y la democracia es mucho más que un sistema de gobierno.
Ideas Clave:
- Democracia como Forma de Vida: La democracia es, ante todo, una experiencia social y ética. Implica la participación activa de los ciudadanos en la resolución de los problemas comunes a través de la deliberación y la cooperación.
- El Papel de la Educación: La escuela pública es la institución clave para crear ciudadanos democráticos. Su función no es solo transmitir conocimientos, sino fomentar el pensamiento crítico y el hábito de la participación comunitaria.
- Libertad como «Poder Efectivo»: Al igual que Green, defendió una libertad positiva. La libertad es el «poder para» desarrollarse, y el Estado tiene la responsabilidad de crear las condiciones sociales que hagan posible ese poder para todos.
John Maynard Keynes (1883-1946)
Keynes proporcionó al liberalismo progresista su más potente herramienta: una justificación económica para la intervención del Estado. La Gran Depresión de 1929 había demostrado el fracaso del dogma del laissez-faire. Keynes ofreció una alternativa científica.
Ideas Clave:
- Intervención Macroeconómica: El mercado, por sí solo, no tiende al pleno empleo. En épocas de recesión, el Estado debe intervenir activamente para gestionar la demanda agregada, aumentando el gasto público (aunque genere déficit) para estimular la inversión y crear empleo.
- El Fin del Mercado Autorregulado: Demostró que la no intervención no solo era socialmente injusta, sino también económicamente ineficiente. Sus ideas legitimaron las políticas de posguerra que dieron lugar al Estado de Bienestar.
John Rawls (1921-2002)
Rawls es la figura más importante de la filosofía política del siglo XX y el gran reconstructor del liberalismo progresista contemporáneo. Su obra Una Teoría de la Justicia ofreció una nueva y poderosa defensa de un liberalismo igualitario.
Ideas Clave:
- El «Velo de la Ignorancia»: Para encontrar los principios de una sociedad justa, Rawls nos invita a un experimento mental: imaginar que decidimos las reglas sin saber qué posición social, qué talentos o qué concepción del bien nos tocará en suerte. Desde esta «posición original», cualquier persona racional elegiría unos principios justos para protegerse de la peor eventualidad.
- Los Dos Principios de la Justicia: Según Rawls, de este experimento surgirían dos principios:
- Principio de Iguales Libertades: Cada persona debe tener un derecho igual al más amplio sistema de libertades básicas compatible con un sistema similar para los demás.
- Principio de la Diferencia: Las desigualdades sociales y económicas solo son justas si benefician a los miembros menos aventajados de la sociedad. Esto justifica un Estado activamente redistributivo.
¿Liberalismo Progresista o Socialdemocracia?
Es innegable que las propuestas políticas del liberalismo progresista y la socialdemocracia europea son, en la práctica, muy similares: ambas defienden una economía mixta de mercado, un fuerte Estado de Bienestar y la protección de los derechos sociales. Sin embargo, sus orígenes intelectuales y sus justificaciones últimas son diferentes (Antón & Torrens, 2016).
- El liberalismo progresista es una evolución interna del liberalismo. Su punto de partida es el individuo y su libertad. Acepta la intervención del Estado y la redistribución como un medio necesario para un fin liberal: asegurar que todos los individuos tengan la capacidad real de ser libres y de perseguir su propio plan de vida.
- La socialdemocracia tiene sus raíces en una revisión del marxismo. Su punto de partida histórico es la crítica a la explotación de la clase obrera. Renunció a la vía revolucionaria y aceptó la democracia parlamentaria y la economía de mercado como el marco para alcanzar sus objetivos de igualdad y justicia social a través de reformas graduales.
Aunque llegaron al mismo lugar —la defensa del Estado de Bienestar—, partieron de estaciones diferentes. El liberalismo progresista justifica la protección social para potenciar al individuo; la socialdemocracia, para fortalecer a la comunidad y reducir las diferencias de clase.
FAQ: Preguntas Frecuentes
1. ¿Cuál es la principal diferencia entre el liberalismo clásico y el progresista?
La principal diferencia es el papel que otorgan al Estado. El liberalismo clásico ve al Estado como una amenaza potencial para la libertad y aboga por su mínima intervención (Estado guardián). El liberalismo progresista ve al Estado como un instrumento que puede y debe promover la libertad real de todos los ciudadanos, eliminando obstáculos como la pobreza o la falta de educación.
2. ¿El liberalismo progresista es de «izquierdas»?
Generalmente sí. Sus propuestas de intervención estatal, redistribución de la riqueza y defensa de los servicios públicos lo sitúan en el centro-izquierda del espectro político en la mayoría de los países occidentales, a menudo solapándose con la socialdemocracia.
3. ¿Qué es la «libertad positiva»?
Es la libertad entendida no solo como la ausencia de impedimentos (libertad negativa), sino como la posesión real de la capacidad y los recursos para actuar y alcanzar el propio desarrollo. Por ejemplo, la ley te permite ir a la universidad (libertad negativa), pero solo tienes libertad positiva para hacerlo si existe un sistema de becas que te lo permita aunque no tengas recursos económicos.
4. ¿El liberalismo progresista está en contra del capitalismo?
No. A diferencia del socialismo revolucionario, no busca abolir el capitalismo. Lo que busca es «civilizarlo» o «humanizarlo», regulando el mercado para corregir sus fallos (crisis, monopolios) y sus consecuencias negativas (desigualdad, pobreza), y utilizando la riqueza que genera para financiar un sistema de protección social universal.
5. ¿Qué queda hoy del liberalismo progresista?
Sus ideas son el fundamento del modelo de Estado de Bienestar que se consolidó en Europa Occidental después de la Segunda Guerra Mundial. Aunque este modelo ha enfrentado crisis y críticas desde las corrientes neoliberales en las últimas décadas, los principios del liberalismo progresista —la necesidad de combinar una economía de mercado con una red de protección social y la igualdad de oportunidades— siguen siendo el eje central del debate político en la mayoría de las democracias avanzadas.
Referencias
- Antón, J. A., & Torrens, X. (Eds.). (2016). Ideologías y movimientos políticos contemporáneos. Tecnos.