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La Globalización Económica en Crisis. ¿Del Liberalismo a la Política de Bloques?

La globalización esta en crisis debido a la nueva geopolitica de bloques

La globalización económica, de corte liberal, ha sido el motor que ha impulsado la economía mundial durante más de medio siglo. Y ahora este orden se encuentra completamente cuestionado. El consenso que defendía la apertura de mercados y la libre circulación de capitales se ha fracturado, dando paso a un escenario de tensiones geopolíticas, resurgimiento del proteccionismo y un profundo malestar social. La era de la hiperglobalización, con sus promesas de prosperidad compartida, parece haber llegado a su fin, dejando tras de sí un rastro de desigualdades crecientes y democracias debilitadas. Este artículo analiza la trayectoria de la globalización económica y explora los debates sobre su futuro: ¿estamos presenciando una reglobalización o el nacimiento de un nuevo orden mundial más fragmentado?



El orden económico liberal

El orden económico que emergió tras la Segunda Guerra Mundial se construyó sobre la creencia en el liberalismo y la cooperación internacional como garantes de la paz y la prosperidad. Este sistema, aunque con matices, fomentó una era de crecimiento sin precedentes. Sin embargo, a partir de la década de 1980, una versión más radical, el neoliberalismo, aceleró la integración hasta llegar a lo que Dani Rodrik denomina «hiperglobalización». Este modelo, si bien generó una enorme riqueza, también exacerbó las tensiones entre la economía global, la soberanía nacional y la democracia.

Hoy, las consecuencias de este modelo son evidentes. La crisis financiera de 2008, el aumento de la desigualdad, la disrupción tecnológica y el auge de movimientos populistas han puesto en jaque los fundamentos de la globalización. Bremmer (2018) enfatiza la sensación de que la globalización «funciona para unos pocos favorecidos pero no para todos» se ha extendido por todo el mundo, alimentando una política divisiva de «nosotros contra ellos». ¿Ha sido este un proceso natural para la aparición de movimientos populistas o antiglobalizadores?

El Orden Liberal después de la IIGM (1950-1973)

El orden económico que se forjó tras la Segunda Guerra Mundial, bajo el liderazgo de Estados Unidos, no fue un sistema de libre mercado puro. Fue lo que Dani Rodrik (2011) llama el compromiso de Bretton Woods, un modelo de «multilateralismo superficial» que buscaba un delicado equilibrio. El objetivo era permitir que el comercio mundial se recuperara y floreciera, pero dejando a los gobiernos nacionales un amplio margen de maniobra para aplicar sus propias políticas económicas y sociales.

Este sistema, a menudo descrito como «liberalismo incrustado», reconocía que los mercados necesitan reglas y que la estabilidad social era un requisito previo para la prosperidad económica. A diferencia de la era de la hiperglobalización posterior, el orden de Bretton Woods no priorizaba la integración económica por encima de todo. Permitía a los países, entre otras cosas:

  • Mantener controles de capital: La libre movilidad del capital financiero no era un objetivo. Se consideraba que los flujos de capital descontrolados podían ser desestabilizadores, por lo que los países tenían libertad para restringirlos.
  • Aplicar políticas industriales y sociales propias: Los gobiernos podían proteger industrias nacientes, desarrollar sus estados de bienestar y perseguir el pleno empleo sin que ello fuera visto como una violación de las reglas del juego internacional.
  • Priorizar la soberanía nacional y la democracia: El sistema estaba diseñado para que las necesidades y preferencias democráticas de cada nación no quedaran subordinadas a las exigencias de la economía mundial.

Este modelo fue un éxito rotundo. Las economías industriales se reconstruyeron y prosperaron, y muchos países en desarrollo experimentaron un crecimiento sin precedentes. Fue una «Edad de Oro» del capitalismo que demostró que un grado de globalización moderado, combinado con un intervencionismo estatal estratégico, podía generar una prosperidad ampliamente compartida (Rodrik, 2011).

El Neoliberalismo y la Hiperglobalización (1975-actualidad)

La estabilidad del sistema de Bretton Woods comenzó a erosionarse en la década de 1970, con la crisis del petróleo y el fin de la convertibilidad del dólar en oro. Este período de «estanflación» (estancamiento con inflación) desacreditó las políticas keynesianas dominantes y abrió la puerta a una nueva ortodoxia: el neoliberalismo.

Impulsado por líderes como Margaret Thatcher y Ronald Reagan, y respaldado por instituciones como el FMI y el Banco Mundial, el neoliberalismo abogaba por la desregulación, la privatización y, sobre todo, la apertura radical de los mercados. La globalización dejó de ser un medio para alcanzar la prosperidad y se convirtió en un fin en sí misma. Rodrik (2011) denomina a esta nueva fase «hiperglobalización».

Las consecuencias de este cambio de paradigma fueron profundas:

  • Liberalización financiera: Se eliminaron los controles de capital, lo que provocó una explosión de los flujos financieros transfronterizos. Esto, lejos de fomentar la inversión productiva, generó una inestabilidad recurrente, culminando en la crisis financiera global de 2008.
  • Fragmentación de la producción: Las empresas multinacionales aprovecharon las nuevas tecnologías y la apertura comercial para deslocalizar la producción y crear cadenas de valor globales, buscando reducir costes laborales y regulatorios.
  • Aumento de la desigualdad: La hiperglobalización generó ganadores y perdedores claros. Mientras el capital y los profesionales altamente cualificados se beneficiaban de la nueva movilidad, grandes segmentos de la clase trabajadora en los países desarrollados sufrían la competencia de la mano de obra barata y la deslocalización de empleos (Lascurain, 2022).
  • Erosión de la soberanía democrática: Los gobiernos nacionales vieron mermada su capacidad para regular la economía y proteger a sus ciudadanos, ya que cualquier política que se percibiera como un obstáculo para el libre mercado era castigada por los mercados financieros globales.

Bauman (2000) capturó la esencia de esta nueva era con su distinción entre «turistas» y «vagabundos». Los «turistas» son la nueva élite global, extraterritorial, que se mueve libremente por el mundo, desconectada de cualquier obligación local. Los «vagabundos» son la gran mayoría, atados a sus localidades, despojados de control y expuestos a las consecuencias de decisiones tomadas a miles de kilómetros de distancia. Esta polarización, según Bauman, es la consecuencia humana fundamental de la globalización.

Reconfiguración de la Geopolítica Global. ¿Hacia una Política de Bloques?

La era de la hiperglobalización coincidió con un momento geopolítico único: el «momento unipolar» tras el fin de la Guerra Fría, con Estados Unidos como única superpotencia. Este contexto facilitó la expansión de un orden liberal basado en reglas. Sin embargo, este orden está en crisis.

Bremmer (2018) argumenta que la globalización ha fracasado en cumplir sus promesas para una gran parte de la población en los países desarrollados, lo que ha alimentado un resurgimiento del nacionalismo y el populismo. La narrativa de «nosotros contra ellos» se ha vuelto una poderosa herramienta política. «Ellos» pueden ser los inmigrantes, las élites cosmopolitas, las instituciones internacionales o las potencias extranjeras.

Esta dinámica está acelerando la fragmentación del orden global. La rivalidad estratégica entre Estados Unidos y China, la postura revisionista de Rusia y la emergencia de potencias regionales están reemplazando el orden unipolar por un mundo multipolar o de bloques geopolíticos. En este nuevo escenario, las consideraciones de seguridad nacional y la competencia estratégica priman cada vez más sobre la lógica puramente económica del libre comercio. Las decisiones sobre dónde invertir, con quién comerciar y cómo configurar las cadenas de suministro están cada vez más politizadas. La guerra comercial entre EE.UU. y China o las sanciones a Rusia son ejemplos claros de cómo la geopolítica está redefiniendo la globalización.

¿Desglobalización o Reglobalización?

Ante la crisis actual, surge la pregunta: ¿estamos asistiendo al fin de la globalización?

  • El argumento de la desglobalización: Algunos analistas señalan la ralentización del comercio mundial, la caída de los flujos de inversión extranjera y el auge del proteccionismo como pruebas de un proceso de desglobalización. El descontento social y el auge del populismo estarían empujando a los países a levantar muros y a replegarse sobre sí mismos (Lascurain, 2022).
  • El argumento de la reglobalización: Otros argumentan que una reversión total es improbable. La interdependencia económica es demasiado profunda y los desafíos globales (como el cambio climático o las pandemias) requieren cooperación. Lo que estaríamos presenciando no es tanto una desglobalización como una reglobalización: una reconfiguración del proceso hacia un modelo menos ambicioso, más regionalizado y que permita un mayor margen de maniobra a los estados.

Rodrik (2011) plantea su famoso «trilema político de la economía mundial»: es imposible tener simultáneamente hiperglobalización, soberanía nacional y democracia. Solo se pueden tener dos de tres. La era de la hiperglobalización sacrificó la democracia en el altar del mercado global. La crisis actual es el resultado de la reacción democrática contra ese modelo.

El futuro no pasa por abandonar la globalización, sino por hacerla más «sana» e inteligente. Esto implica aceptar que los países tienen derecho a proteger sus modelos sociales y regulatorios, incluso si ello impone algunos costes a la integración económica. Una capa más delgada de reglas internacionales, que deje espacio para la diversidad institucional y la elección democrática, sería una globalización más sostenible y, en última instancia, más beneficiosa.

La era de la globalización económica, tal como la conocimos, está en crisis. El modelo de hiperglobalización neoliberal, que prometía una prosperidad sin fronteras, ha chocado con sus propias contradicciones, generando inestabilidad financiera, desigualdades insostenibles y un profundo malestar social que ha cristalizado en el auge de movimientos populistas y nacionalistas.

El orden económico mundial se está reconfigurando. La lógica puramente económica está siendo desplazada por la geopolítica, y el multilateralismo está cediendo terreno ante un mundo de bloques enfrentados. No estamos necesariamente ante una desglobalización total, sino ante una transformación hacia un modelo de integración más limitado, fragmentado y contestado.

La gran lección de esta crisis es la que nos recuerda el «trilema» de Rodrik: no podemos tenerlo todo. La búsqueda de una integración económica máxima sin una gobernanza democrática global equivalente es una quimera insostenible. El futuro exigirá un nuevo equilibrio, uno que reconcilie los beneficios de un mercado global con las demandas de soberanía democrática y justicia social a nivel nacional.


Preguntas Frecuentes (FAQ)

1. ¿Qué se entiende por «globalización económica en crisis»?

Se refiere al momento actual en que el modelo de integración económica global, basado en el libre comercio y la libre circulación de capitales (hiperglobalización), enfrenta serios desafíos. Estos incluyen la ralentización del comercio, la inestabilidad financiera, el aumento de la desigualdad, y una fuerte reacción política en forma de populismo y proteccionismo, lo que pone en duda la sostenibilidad y los beneficios del modelo.

2. ¿Cuál es la diferencia entre el liberalismo de la posguerra y el neoliberalismo?

El liberalismo de la posguerra (o «liberalismo incrustado» del sistema de Bretton Woods) buscaba un equilibrio entre el comercio internacional y la autonomía de los estados para aplicar políticas sociales y de pleno empleo, permitiendo controles de capital. El neoliberalismo, que se impuso a partir de los años 80, es una versión más radical que prioriza la desregulación, la privatización y la máxima apertura de los mercados (hiperglobalización), subordinando las políticas nacionales a las exigencias de la economía global.

3. ¿Cómo ha contribuido la globalización al auge del populismo?

La globalización ha generado «ganadores» (capital, profesionales cualificados) y «perdedores» (trabajadores industriales en países ricos, sectores marginados). El aumento de la desigualdad y la percepción de que las élites se han beneficiado a costa de la mayoría han creado un profundo malestar social. Los líderes populistas capitalizan este descontento con un discurso de «nosotros contra ellos», culpando a la globalización, a los inmigrantes o a las élites de los problemas económicos y sociales.

4. ¿Qué es el «trilema de la globalización» de Dani Rodrik?

Es un marco teórico que afirma que es imposible combinar simultáneamente tres objetivos: hiperglobalización (integración económica profunda), soberanía nacional (capacidad de un país para decidir sus propias políticas) y democracia. Según Rodrik, cualquier sociedad debe elegir dos de estos tres objetivos, ya que el tercero se vuelve inalcanzable. Por ejemplo, si se quiere profundizar la globalización manteniendo la soberanía, hay que limitar la democracia para imponer las reglas del mercado global.

5. ¿El mundo se dirige hacia la «desglobalización»?

Es un debate abierto. Hay indicadores que apuntan a un retroceso (ralentización del comercio, proteccionismo). Sin embargo, muchos analistas creen que una desglobalización total es improbable debido a la profunda interconexión de las economías y a la existencia de problemas globales que requieren cooperación. Es más probable que estemos entrando en una fase de «reglobalización» o una globalización diferente: más regionalizada, más politizada y con un mayor peso del intervencionismo estatal.


Referencias

  • Bauman, Z. (2000). La globalización. Consecuencias humanas. Fondo de Cultura Económica.
  • Bremmer, I. (2018). Us vs. Them. The Failure of Globalism. Portfolio/Penguin.
  • Lascurain, M. (2022). El proceso de globalización económica y los actuales movimientos populistas. Revista de Relaciones Internacionales, Estrategia y Seguridad, 17(1), 13-30.
  • Rodrik, D. (2011). The Globalization Paradox. Democracy and the Future of the World Economy. W. W. Norton & Company.
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Santi Hernandez

Politólogo y divulgador científico. Creador de Política (con)ciencia

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